Amor Perruno
Dibujín hecho en grupo con rotuladores
Siempre es buen momento para enamorarse de un perro. Lo sé por experiencia.
A mí me pasó por primera vez este año. No conocía el amor perruno aunque sí había
conocido gente importante perro: Homer, Pini, Choni, Morris.
Fue gracias a una persona a la que quiero y admiro mucho, que tiene
una, bueno mejor dos, pero una fue la que me abrió el camino. Se llama Sua. Nada
más verla me quedé prendada. No podía dejar de mirarla. No podía escuchar la
conversación que se tejía en ese momento, ni podía hacer nada más que admirar
su belleza.
Era como si me entendiera de verdad. Como si descubriera mi nudo,
mi locura y me transmitiera toda la paz del mundo y la compasión. Creo que me
entendió mejor que yo misma, aunque mira que lo intento. Por eso no me quería
separar de ella y cuando llegó la hora fue muy duro. Deseaba que de un salto
decidiera dejar a su adorable compañera y se viniera conmigo. Sí, a lo loco. Yo
lo deseaba en el fondo mientras ponía una mueca de dulce adiós. Bajo esa mueca
le decía: atrévete, anda, ven conmigo, déjalo todo.
Esa faceta mía ya había salido en alguna que otra ocasión. Si me amas,
arde Troya. Si es necesario, acabarás con civilizaciones milenarias y yo me
haré responsable de todo ello. En fin, que soy muy romántica y pajarera, por
qué no decirlo.
Sua se quedó con quien debía y yo me fui feliz de haberla conocido.
Cuando la vuelvo a ver me enternece como la primera vez pero ya no le pido que
acabe con planetas ni destruya las pirámides. La miro, me acerco a ella,
agradecida de haberla conocido.
Poco después conocí otro perro que estoy convencida de que si un día
hablara más de una persona se sorprendería de lo que podría contar. Tiene una mirada
de horizonte, sin límites. Total, que la primera vez que lo vi se acercó a mí
moviendo la colita y acariciándome. Parecía muy contento. Me enterneció. Me
sentí especial y muy agradecida. Una de las personas con las que vive me dijo
entre risas, que el perro era así con todo el mundo y que la gente se creía
especial pero que en realidad lo hacía por sistema. La gracia está en que tenga
que ser un perro el que nos recuerde que todos somos especiales.
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